"El señor de las moscas"


La roca dio de pleno sobre el cuerpo de Piggy, desde el mentón a las rodillas: la
caracola estalló en un millar de blancos fragmentos y dejó de existir. Piggy, sin una
palabra, sin tiempo ni para un lamento, saltó por los aires, al costado de la roca, girando al mismo tiempo. La roca botó dos veces y se perdió en la selva. Piggy cayó a más de doce metros de distancia y quedó tendido boca arriba sobre la cuadrada losa roja que emergía del mar. El cráneo se partió y de él salió una materia que enrojeció en seguida. Los brazos y las piernas de Piggy temblaron un poco, como las patas de un cerdo después de ser degollado. El mar respiró de nuevo con un largo y pausado suspiro; las aguas hirvieron, blancas y rosadas, sobre la roca, y al retirarse, en la succión, el cuerpo de Piggy había desaparecido. El silencio aquella vez fue total. Los labios de Ralph esbozaron una palabra, pero no surgió sonido alguno.
Bruscamente, Jack se separó de la tribu y empezó a gritar enfurecido:
- ¿Ves? ¿Ves? ¡Eso es lo que te espera! ¡Lo digo en serio! ¡Te has quedado sin
caracola! Corrió inclinado hacia delante.
- ¡Soy el Jefe!