Volvió a gritar mientras caía. En las paredes del pozo resonó el eco de su voz. Eso tampoco lo había imaginado: su voz resonando al caer. Luego se oyó un golpe seco y la voz calló. Calló de repente. Como se apaga una lámpara si alguien la desenchufa de un tirón.


 Me arrodillé con los brazos alrededor de la cintura y esperé para ver si aún no habíamos acabado. Pasó un rato. No sé cuánto, pero la escasa luz del día que quedaba desapareció. Había llegado el eclipse total y era tan oscuro como la noche. Seguí sin oír nada dentro del pozo, pero sí me llegaba una leve brisa y me di cuenta de que la estaba oliendo. ¿ Conoces ese olor del agua cuando sale de un pozo vacío? Es un olor de cobre, húmedo y no muy agradable.
Al olerlo me estremecí...

(Dolores Claiborne)